Como dicen los anuncios de la tele, ¡aquí está la Navidad! Las calles llenas de gente abrigada comprando regalos para sus seres queridos, las luces, las celebraciones, la felicidad, los villancicos… ¡AGGG!!! ¡Nos va a dar algo! ¡Desintoxícate de espíritu navideño y vente al Rocky Horror! Búscate una excusa para escaparte de la cena de empresa, total, ¿quién quiere ver al jefe borracho intentando arrimar la cebolleta a la chavala de recepción? Mucho mejor venir al Rocky, dónde va a parar.
Para los que no sepan de qué estamos hablando, The Rocky Horror Picture Show (1975) es una película basada en un musical del año 73, protagonizada por Tim Curry y una jovencísima Susan Sarandon entre otros. La música compuesta por Richard O’Brien es puro glam rock de los 70, con mucha purpurina y tacón de aguja. Estéticamente es una mezcla entre Cumbres Borrascosas y Plan 9 from Outer Space. Y el argumento es de lo más bizarro: una pareja de prometidos muy modositos emprenden un viaje que acabará por accidente en un castillo de un científico loco donde se ven envueltos en una espiral de sexo, violencia, rock’n'roll y extraterrestes. Sabemos que suena raro, pero es así. Es lo que tiene hacer un homenaje a las películas de Sci-Fi de serie B de los años 50 pasado por el filtro de unas medias de rejilla.
Y hablando de experiencias, ¿en qué consisten estos pases? Una proyección de Rocky Horror es una vivencia que no tiene nada que ver con lo que has hecho en un cine hasta ahora. El público canta, baila, grita, insulta a los buenos, aplaude a los malos, tira arroz en las bodas, se moja cuando llueve y así durante las dos horas que dura el show. La frontera entre la pantalla y la sala es borrosa, ríete tú de las superproducciones en 3D, esto es de verdad. Así que horroritas, afilad vuestras uñas, sacad lustre a vuestros tacones y perfilaos los labios, porque mR. pSYcHo, Las Roquettes y el resto del RHPS Unofficial Spain Fan Club os vuelven a llevar por el camino de la perdición! LET’S DO THE TIME WARP AGAIN!!!
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