viernes, 8 de noviembre de 2013

Reseña de ANIMALISMO, el primer disco de SALVADOR TÓXICO


Ha dejado de llover en la ciudad, la tormenta deja paso a una calma aturdida, desacompasada, y uno busca una buena canción de archivo que pueda ayudar a describir con palabras un momento como este. Entonces cae de la nada a mis manos un disco titulado ‘Animalismo’, el trabajo musical de Salvador Tóxico, que está desde YA a vuestra disposición para escuchar y comprar allá donde estés. Me informo un poquito y compruebo que es el proyecto musical de Javier Castellanos,  guitarrista y uno de los encargados de producción en Algora, otro grupo a tener en cuenta siempre y más en este 2013, gracias a su reciente nuevo disco ‘Terrorismo’ digno de obligada mención aparte.
  
Mientras se carga la primera pista del disco, leo que estos chicos se pirran por The Cure, Radiohead, Arcade Fire entre otros, y con semejantes influencias empieza a sonar “El agua y la sed”, un primer corte que se cuela en el ambiente de esta habitación para convertirse con merecimiento en su banda sonora. Si buscaba un tema que se mimetizase con esta calma absurda, no habría encontrado jamás una opción mejor. Mi cabeza se acuerda entonces de algún tema concreto de Eladio y los Seres Queridos, dejando un mensaje tan positivamente triste como acústico: “..que no hay nada más que triste que no ser”. Quizás imaginemos un disco extremadamente intimista, pero Javier corta por lo sano en “Me voy a París”, donde el electro-pop y ese inicio a lo “Flaca” del maestro Calamaro nos anuncia que estamos ante uno de los grandes temas del compacto. El desamor parece adueñarse de nuestras mentes en un tema que debería estar sonando ya en salas y clubs alternativos de cualquier ciudad.

Me tengo que acostumbrar” nos plantea un entorno cotidiano en el que la vida evoluciona sin tenernos en cuenta, dando lugar a un bucle sentimental acentuado en ese punteo que nos transporta al directo de cualquier cantautor, de esos que tocan en locales pequeños sus historias resumidas en estribillos tan pegadizos como el sonido de sus viejas guitarras.

Abisal” es una viaje a los adentros del desamor, tremendamente infectado de pop acústico eléctrico. No encuentro otra definición a cortes cantados así, susurrando, en medio de una atmósfera tan envolvente. Es quizás el tema más pop, nos recuerda de hecho a temas de La Buena Vida aun dejando a un lado ese toque minimalista, y es un buen preludio para llegar a “Lo eterno”, que se presenta igual de caótica neutral (guiñazo a Los Piratas). Perdemos la cabeza, se simplifica el sonido y volvemos al intimismo de los primeros minutos del disco, buscando un halo de luz al oscuro drama de los sentimientos de las consecuencias.

Ya en ese momento mi cuarto está preparado para inundarse. La “Bioluminiscencia” nos sobrecoge en el lento e instrumental ir y venir de las olas, y esa relajante sensación nos hace olvidar las gotas de lluvia que parecen volver a caer tras la ventana. Es entonces cuando casi sin darnos cuenta aparece la distorsión de la mano de “Nadando al revés”. Cuajan perfectamente en este instante los riffs de la pista siete, en el que uno por fin se plantea exigir explicaciones y plantea el duro viaje de vuelta en busca de uno mismo. En ese fin, entre recuerdos, buscando un nuevo principio, tratando de pintar un buen final, nace “Magnífico”, un tema positivo en medio de un bombardeo, en el que ‘saber matar el tiempo’ nos ayudará a sobrevivir.

Y después de haber conseguido tal hazaña, cerramos los ojos y nos abstraemos de nuestro cuerpo en una especie de “Bucle” en el que no sabemos muy bien qué hacer con nuestro inservible yo físico. El ritmo electro es perfecto para apagar la luz y dejarse llevar por el neón que no deja de crear figuras abstractas en el techo. Se hace el silencio, y aparece un tema ya conocido previamente gracias a las redes sociales. “Raro” se convierte en el telonero de lujo del último corte del disco, un tema en el Castellanos nos invita a volar, a escapar hacia un lugar desconocido, hacia nuestro lugar, siempre juntos, “Hoy quiero afinar mi guitarra en tu oído” es la frase perfecta para dejar paso a la distorsión final.

El disco llega a su fin con el tema que da nombre al disco: “Animalismo” lleva el intimismo a la máxima esencia, nos habla de cuando el amor se convierte en miedo, de cómo las palabras se convierten en reproches, de cómo el tiempo se convierte en una cuenta atrás que nunca termina y a la que ni mucho menos sabemos poner fin. Lo considero, por cómo se ha planteado, que esta canción resume a la perfección todo este trabajo de Salvador Tóxico, el primero espero que de muchos, un disco capaz de transportarte tema por tema a diferentes paisajes musicales que merecen la pena visitar.

Ahora esperamos una gira que los lleve por medio país, para poder disfrutar de un directo que se presume especialmente interesante. ¡¡Larga vida a Salvador Tóxico!!

Podemos escuchar, ver y leer a Salvador Tóxico en:



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