La
Maravillosa
Orquesta del Alcohol (La M.O.D.A.) cogieron su furgoneta hace 2 semanas y
se marcharon a tocar por las calles de Francia. Y lo cuentan así en su
diario!!!
Empieza
la aventura. Una furgoneta con ocho personas cargada de instrumentos y
maletas. Son las seis de la mañana y el frío burgalés no perdona, pero
vamos tan motivados que da
igual. Cruzamos la frontera y casi sin darnos cuenta estamos en San Juan
de Luz, uno de esos pueblos costeros maravillosos del sur. Luce el sol y
aprovechamos para coger los instrumentos e irnos al puerto. La gente se
sorprende un poco al ver a seis chavales en camiseta de tirantes con
acordeón, mandolina o saxo, pero parece que les gusta porque se paran a
vernos y a hacerse fotos. Después de estar un par de horas en el paseo
marítimo nos
vamos a un supermercado y comenzamos la estricta dieta de bocadillos que
nos mantendrá alimentados durante los siguientes días.
Comemos
y avanzamos unos kilómetros más hasta llegar a Biarritz. El sol se ha
ido y empieza a lloviznar, pero nos damos el gustazo de bajar a una
pequeña playa y ponernos a tocar a escasos metros del mar, ante la
incredulidad del personal, que se acerca a preguntar si tenemos discos.
Llegamos a Burdeos de noche, con la intención de ir a
tocar a la Place de la Bourse, uno de los lugares con más encanto de la
ciudad, pero la lluvia no para. Mientras decidimos qué hacer nos
encontramos un pub irlandés y entramos a tomar unas cervezas. Empezamos a
charlar con el camarero y se une a la conversación Martin, un escocés
que estudia allí. Le preguntamos, medio en broma medio en serio, si
conoce algún sitio cubierto en el que actuar esa noche, y nos dice que
un amigo suyo lleva la
programación de una sala cercana. Es lunes y no hay ningún 'bolo'
previsto. Podemos tocar. Allí nos vamos, sin saber muy bien qué vamos a
encontrarnos. Llegamos y hay unas veinte personas bebiendo, un puntazo
para ser lunes. Nos subimos al escenario y nos ponemos a tocar 'a pelo'.
La gente está encantada, se levanta, baila y lo da todo. Gran forma de
terminar el primer día. Nos vamos para el albergue de madrugada,
cansados pero con una
sonrisa de oreja a oreja.
Día 2. Burdeos- Tours
Madrugón
y desayuno en el albergue, así da gusto. Y encima hay futbolín. Nuestro
siguiente destino es Tours, ciudad del centro de Francia con mucha
población universitaria y atravesada por el río Loire. Decidimos
salirnos de la autopista e ir por carreteras secundarias, con la
esperanza de encontrar alguno de esos pueblitos increíbles que según las
guías de viajes abundan por esta región.
Tras
un buen rato viendo paisajes de viñedos llegamos a Beynac, población
excavada en la roca, con casas que parecen haber sido construidas en
mitad de la montaña. Después de dar un paseo y disfrutar del lugar,
aprovechamos para hacernos unas fotos subidos a unas balsas en medio del
río y nos volvemos a la furgo helados de frío. Ilusos de
nosotros, probamos suerte en un restaurante al pie del lago en el que
hemos estado, pero los precios nos devuelven a nuestra cruda realidad de
pan y embutido.
Continuamos
el viaje haciendo un esfuerzo por no parar en cada pueblo que pasamos,
parecen sacados de un cuento. Varios miembros de la expedición tienen la
esperanza de llegar a
Tours a tiempo para ver el Barça-Milán, pero se hace tarde y se tienen
que conformar con escucharlo por la radio, intuyendo los goles entre la
locura de los comentaristas galos. Llegamos sobre las diez de la noche y
después de dar mil vueltas encontramos el albergue. Es tarde pero nos
damos un paseo por el centro y tiene buena pinta. Mañana habrá que
levantarse pronto para aprovechar el día.
Día 3. Tours- París
No
son ni las diez de la mañana y ya estamos en medio de la Plaza
Plumereau, en el casco antiguo de Tours. Es una ciudad increíble
(Catedral, Ayuntamiento, Castillo, el Loire...). Empezamos a tocar y los
primeros curiosos se mezclan con los repartidores y los dueños de los
bares. La plaza está llena de cafés y terrazas, custodiada por casitas
de madera al estilo de Gante o Brujas,
sin duda uno de los lugares con más encanto donde hemos tocado. En
seguida nos damos cuenta de que el lugar está lleno de universitarios
con ganas de marcha, e incluso alguno nos sorprende con un "¡vamos!"
gritado desde la ventana de su casa. Benditos Erasmus...
En
un descanso entramos a un café para entrar en calor y conocemos a
Adrián, argentino que lleva media vida trabajando aquí. Nos cuenta que
por su establecimiento han pasado grupos españoles como Celtas Cortos y
que Mick Jagger es cliente habitual cuando está en la ciudad. Después de
estar toda la mañana en tirantes a 2ºC nos lo creemos
todo. Nos despedimos de Tours con un gran sabor de boca y volvemos a la
carretera. Próxima parada: París. Nos han avisado del temporal de frío
que se ha instalado en el norte de Francia y según nos vamos acercando a
la capital vamos viendo más nieve en las cunetas, pero no tenemos
ningún problema para alcanzar 'La ciudad de la luz'. Posiblemente bajo
los efectos del 'síndrome Paco Martínez Soria' nos tiramos media tarde
buscando un
parking para la furgoneta, porque varios policías nos advierten de que
no la dejemos en la calle. Después de comprobar que el tráfico parisino
se parece al de la película “El quinto elemento” acabamos aparcando al
lado del 'hostel', desesperados. Cogemos los instrumentos, el metro y
nos vamos dispuestos a cantar nuestras canciones en una de las ciudades
con más historia del mundo. Y allí, en las escaleras del Sacré Coeur, en
el
corazón de Montmartre, nos vemos a nosotros mismos, seis amigos de una
ciudad pequeña como Burgos, tocando como si no hubiera ni frío ni
mañana. Los pocos turistas que quedan por la zona alucinan, nos animan y
disfrutan casi tanto como nosotros mismos, mientras graban la escena.
Tanto ellos como nosotros tendremos una historia que contar al volver a
casa. A pesar del cansancio y los primeros copos de nieve, nos atrevemos
a bajar hasta el
boulevard de la bohemia parisina y, más como acto simbólico que otra
cosa (es un miércoles y apenas queda nadie por las calles) tocamos una
última canción delante del Moulin Rogue. Volvemos al metro tiritando de
frío y con ganas de descansar, pero al abrir la puerta del 'hostel' nos
aborda un tío enorme con cara de loco: "Llegáis tarde", nos dice. Y en
ese momento nos acordamos de que habíamos prometido a la dueña actuar
para la
clientela. Casi por inercia, volvemos a colgarnos los instrumentos y
tocamos cinco canciones, en la que sin duda ha sido la actuación más
bizarra y a la vez entrañable que hayamos dado nunca. ¿El público? Diez
auténticos colgados de diversas partes de planeta (desde Los Ángeles a
la India pasando por Polonia) que se comportaron como si estuvieran
viendo a AC/DC. Un desfase que parece sacado de un guión de Tarantino
mezclado con personajes
de un film de John Waters. Sin palabras.
Día 4. París - La Rochelle
Nos
olvidamos del sueño y vamos directos a Notre Dame. Es
curioso cómo, después de varios días fuera de casa, tocando en sitios
inverosímiles y viviendo todo tipo de anécdotas, los recuerdos se
empiezan a mezclar y se pierde la noción del tiempo. Uno ya no sabe ni
quién es, ni dónde está, ni qué hace. Y al mismo tiempo, eso te da la
fuerza y el atrevimiento para coger un instrumento y ponerte a tocar
rodeado de cientos de turistas, con la confianza del que lleva
haciéndolo toda la
vida.
Y
eso hacemos. Tocamos, sin pensar en nada, disfrutando del momento. Los
turistas se empiezan a acercar a montones, se hacen fotos, aplauden,
gritan y sonríen, además de contribuir a llenar el depósito de gasolina
con sus generosas 'propinas'.
Tras
sentirnos famosos por un momento, continuamos por el típico recorrido
turístico que incluye el Pompidou, el Louvre y la Torre Eiffel. Justo
cuando ponemos un pie en el famoso mirador del Trocadero el cielo se
vuelve gris y empieza a nevar. Aun así, con las últimas fuerzas que nos
quedan arrancamos a tocar y los turistas forman un
pasillo en torno a nosotros. Cuando tan sólo llevamos dos minutos de la
primera canción aparecen un par de gendarmes y nos ordenan parar. El
público les empieza a abuchear y no nos queda otra que recoger y
marcharnos entre los aplausos de la gente, con una sensación de
agradecimiento y satisfacción muy grande.
El
viaje se acaba, quedan por delante cinco largas horas hasta La
Rochelle. A pesar de haber oído historias y advertencias varias, nos
vamos de París sin haber tenido ningún problema. Eso es una de las
mejores cosas de viajar, que los prejuicios y la ignorancia se curan.
Día 5 La
Rochelle – Burgos
Llega
el momento de poner rumbo a nuestra ciudad. Mientras vamos deshaciendo
el camino recorrido, recordamos batallitas e historias de la aventura.
Aun no somos conscientes de lo que estamos viviendo, pero en la
furgoneta reina un estado de felicidad general por haber pasado estos
días juntos, a miles de kilómetros de casa, tocando las canciones que un
hace dos años empezábamos a hacer juntos en un garage.
La
sensación de actuar en otro país, para otra gente y ver una reacción tan
positiva en el público no tiene precio. El sueño y el frío ya no
importan. Al fin y al cabo, estamos en un grupo para vivir este tipo de
experiencias y desde el primer día tenemos claro que si queremos algo
tenemos que hacerlo por nosotros mismos.
Ya casi
hemos llegado a casa pero no paramos. Estos cinco días han quedado
grabados por Miguel y Julio y saldrán a la luz en forma de videoclip en
abril, acompañando a nuestro nuevo single, “Nómadas”. Hasta entonces,
toca seguir, componiendo el que va a ser nuestro primer disco y soñando
con más viajes como éste.
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Blog de música independiente sin ánimo de lucro con especial atención a nuestro querido producto nacional, con recopilatorios mensuales llamados Esto es Indie en español Pata Negra, con grupos emergentes, otros que no conoce nadie, con Indie español e Indie en español. Con noticias, conciertos, videos y todo lo que se me va ocurriendo en esta locura mía por el Indie, por la música, por MiRollo. #SiempreUnAbrazo
lunes, 25 de marzo de 2013
Diario de una gira en camiseta por Francia - LA MARAVILLOSA ORQUESTA DEL ALCOHOL (La M.O.D.A.)
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