Dicen
la lógica y las matemáticas que el único subconjunto del conjunto vacío
es él mismo. En este universo cambiante, donde nada permanece estático,
pocas verdades hallaremos más reales que la soledad, la angustia de no
poder detener el tiempo y la incapacidad para retener a las personas.
Todo acaba a la deriva en un magma de recuerdos,
donde los instantes de felicidad, los rencores y los remordimientos se
alternan al timón de la exigua balsa que los mantiene a flote. Pero a
pesar de la relatividad de la memoria, es lícito creer que cada paso que
damos quedará de algún modo marcado de forma indeleble en el cosmos,
que quizá seamos sólo carne de la que apenas subsistirá el nombre, pero
que hemos dejado una estela allá por donde hemos pasado. De tal forma,
Igløø
siguen adelante, de nuevo con cambios en su formación, pero manteniendo
en su sonido lo mejor de quienes han formado parte de la banda.
Grabado en “El laboratorio criogénico” (Caldas de Reis) y mezclado en Planta Sónica 2 (Vigo) por Alber Castro Amarelle, El conjunto vacío recupera, merced a la labor en la producción de Beni Ferreiro y Adolfo Langa el brillante sonido de La transición de fase,
enfocado ahora hacia un mayor dramatismo acorde con la temática de sus
nuevas canciones. Las potentes bases rítmicas del álbum proporcionan a
las pistas una mayor entidad, un poderoso andamiaje sin
fisuras en el que las melodías pueden crecer seguras, en un alarde de
épica contenida, al dictado de los textos de Beni Ferreiro.
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