NAOMI PUNK
Del noroeste estadounidense, salidos de Olympia pero con base en Seattle,
llega este trío de noise-rock que empezó como proyecto en solitario de uno de
sus miembros, Travis Coster, y luego, tras dos fichajes
(Neil Gregerson y Nicolas Luempert) e
inyectándose por la vena la sangre del grunge y sus antepasados (en su música
conviven ecos de The Wipers, Beat Happening y
Nirvana), se volcó en tejer música rocosa que sabe elevarse. En 2009
apareció su debut homónimo y autoeditado, aunque no fue hasta dos años más
tarde, con el single “Spell”, cuando advirtieron de su
potencial. Fue la antesala de su disco “The Feeling” (2012), en
el que cargaban con la etiqueta del post-grunge sin que les pesase. Orgullosos.
Con una parte de metal, dos de punk y un cuarta de psicodelia, Naomi
Punk habían llegado para dar un buen nombre a ese término, cuyo prefijo
post ha servido demasiado para extraer sangre al estilo inicial y hacerlo más
convencional, hasta convertirlo en una disolución de rock aguado. Además, sus
cortes tampoco palidecían al aplicarles la fórmula de juntar dos acordes
familiares y seguir generando con ellos combinaciones reveladoras. Y es que su
truco no está en los ingredientes que usan o en su novedad, sino en cómo
exprimen sus contrastes. Este año ha salido su tercer disco, “Television
Man”, ligeramente más pulido que el anterior pero igual de fiel a la
idea de no hacer canciones manufacturadas o que recreen el pasado de manera
barata, sino que lo deconstruyan para luego volverlo a levantar de manera
distinta y en un sitio diferente.
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