PLACEBO LOUDLIKELOVE
Estamos asistiendo a una recta final del verano llena de lanzamientos de buenos discos que van a dar mucho que hablar a nivel estatal e internacional, dentro de un planeta indie al que no dejan de llegar nuevas bandas dispuestas a hacernos bailar. Pero cuando el calor parece menguar y la melancolía acecha, nos refugiamos en los clásicos del género, y aquí es donde de repente nos giramos y aparece Brian Molko, en toda su esencia, mirándonos fijamente y recordándonos que Placebo sigue aquí, entre nosotros, y que tiene algo nuevo que enseñarnos: “Loud like love” (RAK Studios, Universal) es el nombre con el que han titulado su último álbum, el séptimo ya, en el que el intimismo, las melodías pegadizas, la potencia, la sencillez, la oscuridad, el positivismo, se entremezclan para dar un resultado inequívoco: suenan a los Placebo de siempre.
Para los que aun a día de hoy no nos quitamos de la cabeza temas como “Every you every me”, “The bitter end”, “Nancy boy”, “Special K”, nos ponemos contentos nada más escuchar el primer tema del álbum, el que además le da nombre: “Loud like love” muestra esa potencia de antaño, dejando entrever que nos esperan unos 40 minutos de viaje a un pasado ahora más adulto, más convincente, de menos arreglos y de mayor calidad si cabe en la finalización. El déficit de detalles en este disco es algo que se agradece como nunca en los siguientes temas, “Scene of the crime” y el primer single “Too many friends”, del cual no podremos olvidar su pegadizo estribillo en mucho tiempo.
Manejando los tiempos a la perfección, llega “Hold on to me” para pedirnos un poco de pausa, mostrándonos el lado más personal de Molko en toda una declaración de intenciones que contrasta a la perfección con la eléctrica “Rob the bank”, que nos va a llevar de viaje por medio mundo a un ritmo indescriptible.
El teclado hace entonces aparición en “A million little pieces” para volver al intimismo, a esa voz cálida y tan personal que va haciendo el camino más sencillo a los temas que esperan su momento en la parte final del álbum. “Purify”, pese a todo, se cuela en medio de este paseo lento y conciso para meter un poco de ritmo guitarrero gracias a un estribillo de esos que en directo probablemente rompan las gargantas de los fans.
La grabación nos avisa con “Begin the end” de que el nuevo CD se está terminando, no sin antes encarar el gran tema final, “Bosco”, cuyas crudas teclas de piano comparten protagonismo con esa voz de cero alardes y calidad extrema, tan característica, tan diferente, que nos va a pedir a su fin un necesario silencio para terminar de digerir un disco al que vale la pena dar una oportunidad, y darse cuenta así de que los grandes aún no se han ido, que sus voces siguen ahí, intactas, y que volver atrás, a veces, es estrictamente necesario para poder degustar álbumes como éste que al que, a buen seguro, disfrutaremos en directo como cuando éramos los reyes de los festivales.
Un abrazo
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